"Río de Janeiro es una ciudad
con una cultura que nos atrevemos a llamar propia. Hemos visto
otras ciudades en Brasil y aunque más allá del idioma todos los brasileros
demuestran mucho en común, los cariocas tienen cosas que no hemos visto en el
resto de Brasil. Son gente alegre y a pesar que hay de todos en todas partes,
con los que tratamos a nivel de amigos toman la vida como se presenta, con las
preocupaciones adecuadas pero sin ser pesimistas. No es una cosa de estar
bailando o en la música todo el día pero si sucediera la oportunidad y la
compañía es grata, la ocasión no es ignorada. Gente que si pueden evitar una
preocupación prefieren sonreír y tomar las cosas a la ligera en vez de estar
haciéndose los importantes con la cara tiesa y hablando de problemas que no
están a su alcance resolver. También los vimos hablar en serio, y con esta cara
son tan precisos como los propios ingleses.
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La ciudad de Río de Janeiro tiene una topografía muy peculiar. En muchas partes la superficie de la tierra está a poco más del nivel del mar. Esta superficie en gran parte es playa al mar o costa de la bahía de Guanabara y de un lago llamado Lagoa Rodrigo de Freitas no muy lejos del mar. En total contraste por todas partes emergen de la tierra grandes elevaciones de piedra sólida. Estas alturas son los “morros” (cerros, lomas, etc.) que en ciertos casos tienen la piedra al descubierto y en otros tienen una bella vegetación verde. Según nos alejamos de la costa, hacia tierra adentro, el paisaje continúa atractivo pero no es tan accidentado. Las casas y edificios se encuentran mayormente en la superficie baja, pero hay construcciones en todas partes.
La historia en Río de Janeiro es sorprendente. No se limita a impresionantes templos con la ornamentación de catedrales y palacios imperiales con la correspondiente arquitectura. En el centro de la ciudad algunas edificaciones obligan al caminante detenerse para poder admirarlas como la obra demanda.
Cuando ya pensábamos haber visto todo lo significante, nuestro guía nos llevó a otra plaza rodeada de bellos edificios y después a otra más. Bueno, fue entonces que recordamos que es lo que nosotros habíamos ido ha hacer en Río de Janeiro. Continuamos tomando fotos, pero ya no era nuestro interés conocer la ciudad. Dejamos que el espíritu de carioca surgiera en nosotros y comenzamos a disfrutar de todo el esplendor.
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Por las calles también vimos una gran cantidad de tiendas de mercancía de marca y menos cara. Visitamos al menos tres centros comerciales, pero esta experiencia no nos llamó mucho la atención porque eran muy similares a los que vemos en todas partes aunque en algunos vimos tiendas de pieles y otros artículos nacionales que no hemos visto en otros lugares. Fuimos a un mercado en el centro de la ciudad donde venden de todo, ya aquí la cosa era mucho más barata y quien sabe de que calidad. Nuestro guía no nos dejó entrar. Como buen carioca, nos dijo que él no necesitaba un dolor de cabeza.
Se puede subir al Corcovado y al Pan de Azúcar (Pão de Açúcar) que son dos de las elevaciones más notables en Río de Janeiro. El Pan de Azúcar es un peñasco solitario, mientras que el Corcovado es parte de una sierra. Es sobre el Corcovado donde han edificado la imagen de Cristo Redentor. El Jardín Botánico es un buen lugar donde pasar un rato. El zoológico tiene una excelente colección de animales muy saludables. Las escuelas de samba en ciertas temporadas del año permiten ser visitadas. Como estos lugares hay muchos otros que le dan la oportunidad al visitante de pasar unas vacaciones muy agradables."
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El Cristo Redentor de Río de Janeiro |
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